sábado, 12 de mayo de 2012

Un cuento cherokee


Por Irmgard von Wobeser

En ocasiones la sabiduría popular y los descubrimientos de las neurociencias coinciden en sus recomendaciones.  Este es el caso del siguiente cuento tradicional.

Un  viejo cherokee conversaba con sus nietos y les decía: “En la vida de todas las personas hay una lucha terrible –una lucha entre dos lobos. Un lobo es malo: es el lobo del miedo, la envidia, la ambición, la arrogancia, la auto compasión, el resentimiento y la decepción. El otro lobo es bueno, es la alegría, la serenidad, la humildad, la confianza, la generosidad, la verdad, la gentileza y la compasión.”
Los niños miraban al anciano, abriendo muy grandes sus ojos. Era noche de luna llena. Estaban sentados cerca de la fogata, se apreciaban los aromas del bosque y a lo lejos se escuchaba el aullido de los lobos. Los rayos de la luna se filtraban a través de las ramas de los árboles.
Un niño se atrevió a preguntar: “Abuelo, ¿y cuál de los dos lobos gana?”
El viejo lo miró a los ojos y le contestó: “A veces gana uno y a veces gana el otro. Gana aquél, que alimentamos.”


Curiosamente las investigaciones del cerebro humano corroboran el viejo cuento del cherokee. Los avances tecnológicos han permitido aumentar nexos entre los conocimientos  de la psicología (ciencia de la mente y la conducta) y la neurociencia (ciencia del cerebro).

Se ha encontrado que nuestra conducta, emoción y pensamiento están asociados con una enérgica actividad en las redes neuronales. Cuando realizamos actividades conocidas, habituales y cotidianas, no requerimos atención ni esfuerzo pues se ven implicadas redes neuronales muy trazadas y transitadas. Recuerda la facilidad con la que ejecutamos las complejas acciones al manejar un carro.

Por el contrario, cuando aprendemos algo nuevo o desconocido ocupamos un área del cerebro frontal que requiere de nuestro esfuerzo, atención y trabajo. ¡Estamos construyendo nuevas conexiones nerviosas! ¡Y eso duele! La famosa resistencia al cambio está relacionada al esfuerzo físico que se produce cuando estamos trazando nuevas conexiones nerviosas. ¡Imagina el esfuerzo que requieres para manejar un carro en Inglaterra, donde las vías corren en sentido contrario de lo que estás acostumbrado!

¿Qué nos dicen las Ciencias del Cerebro con respecto a los métodos de cambio más efectivos para crear nuevas vías nerviosas? ¿Cómo se facilita el cambio a nivel cerebral?

En contra de nuestro sentido común, parece que no son muy efectivos los castigos, la confrontación y el regaño. Prueba de esto es la enorme dificultad de cambiar hábitos de alimentación y ejercicio, aún ante la evidencia contundente de que, de no hacerlo, las consecuencias podrían ser fatales.

Tampoco es muy útil la persuasión. El psiquiatra Jeffrey Schwartz afirma que  “el cerebro humano funciona como un niño de 2 años, dile qué debe de hacer y automáticamente lo va a rechazar.¨

El cambio en el cerebro se logra mediante la atención que se presta a una experiencia mental, un pensamiento, una imagen, o un miedo. Se llama densidad de atención a la cantidad de atención que se presta a una experiencia mental. Entre más atención se presta a una idea, más densidad de atención y más cambios a nivel cerebral.

Con el tiempo, si se sigue prestando atención al mismo evento, se deja abierto y dinámicamente vivo el circuito neuronal. Al principio se trata de una conexión química pasajera, para luego transformarse, a través de la densidad de atención en un cambio físico estable de la estructura del cerebro.

Nuestras expectativas conscientes asociadas con redes neuronales potentemente trazadas ejercen una poderosa influencia en nuestro cerebro.

¡Imagina si continuamente presto atención a los defectos de mi hijo! ¡Imagina que le pasa a mi hijo en su percepción de sí mismo, si presta atención a lo que yo le digo! Y nuestros pensamientos se reflejan en nuestras acciones. Es decir no ayuda en nada pensar “no le va afectar porque no lo hablo en voz alta”.

La densidad de la atención es tan poderosa que participa en la construcción de la identidad de las personas. Con la densidad de atención, los pensamientos y actos de la mente, pasan a ser parte de quien es la persona.

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