jueves, 3 de mayo de 2012

¿Es posible ver el trabajo como juego?



Por Ari Rajsbaum

Los animales pasan mucho tiempo jugando, los niños pueden jugar y jugar sin detenerse. Esto hace pensar que el juego cumple  funciones importante en la vida. Esta actividad es tan importante que al estudiar cómo funcionan nuestras emociones en el sistema nervioso, el neuropsicólogo Jak Panksepp incluyó el circuito del juego como uno de los circuitos básicos en nuestro cerebro.

 El juego “real” (no el juego estructurado como el que se da en los deportes), es fundamental para el desarrollo de los niños, y para la salud mental en general. Como dice Panksepp, “el juego y la depresión podrían ser lados opuestos de la misma moneda”.  Mientras la depresión está acompañada de una reducción en el funcionamiento de la dopamina (la sustancia más importante en la generación de motivación), el juego está acompañado de una fuerte producción de dopamina.

 El juego está ligado a conductas espontaneas, a un sentimiento de diversión, a una fuerte motivación, a emociones de seguridad y bienestar. En el juego los niños aprenden las habilidades sociales para relacionarse entre ellos, generan desafíos físicos y mentales, en fin, ponen a prueba al máximo sus capacidades humanas cuando sienten que están en un ambiente y momentos seguros. Hoy en día se sabe que el juego es una de las actividades más importantes para el desarrollo del cerebro y del sistema nervioso en general.

Si miramos con atención la forma en la que juegan todos los mamíferos (nosotros incluidos) nos daremos cuenta de que, entre muchas otras cosas que suceden durante el juego, los animales:

1)      Hacen grandes esfuerzos (corriendo de un lado para otro, tratando de adivinar los movimientos de sus adversarios y demás)
2)      Centran su atención al máximo en lo que está sucediendo
3)      Buscan enfrentarse a situaciones difíciles para tener retos que superar, un juego en el que no hay dificultad se vuelve aburrido.

¿Cómo puede ser que hacer esfuerzos, buscar desafíos y centrar la atención sea tan divertido y motivante en el juego? ¿Acaso no son precisamente el esfuerzo, los desafíos y la atención los que evocan una tremenda flojera en los adolescentes (y muchas veces en adultos)? Piense especialmente en esto: ¿Qué tan posible es que veamos nuestro trabajo como un juego? ¿Ha notado si hay gente que tiene una actitud más lúdica y divertida hacia su trabajo que otra?

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