Por Irmgard Von Wobeser
Richard Davidson, el neurocientífico que estudió los cerebros de los monjes budistas, recientemente publicó un libro junto con Sharon Begley sobre las emociones y el cerebro. En el libro llamado The emotional life of the brain, los autores describen los estilos emocionales que han detectado en los patrones de actividad cerebral de todas las personas estudiadas durante 30 años. Davidson responde en el libro a la siguiente pregunta “¿Por qué las personas difieren tan dramáticamente en sus respuestas emocionales a las subidas y bajadas de la vida?”
Hay sentimientos que duran unos
cuantos segundos y rápidamente dan paso
a otros estados de consciencia. Cuando estos sentimientos perduran durante minutos u horas podemos hablar de un estado de
ánimo. Y cuando los sentimientos persisten durante años hablamos de rasgos
emocionales. Un determinado rasgo emocional (enojo crónico) nos hace más
propensos a experimentar un estado de ánimo particular (furia).
Davidson distingue los estilos emocionales de la anterior
clasificación explicando que “… son una manera consistente de reaccionar a los
eventos de la vida, que están gobernados por circuitos cerebrales
específicos e identificables y que pueden ser medidos a través de métodos de
laboratorio objetivos.” Estos estilos no son una simple ocurrencia del autor,
sino que emergieron del estudio sistemático de las bases neurológicas de la
emoción.
Las seis dimensiones de los estilos
emocionales identificadas por Davidson son las siguientes:
1. Resiliencia: ¿Puedes reponerte rápido
de una experiencia desagradable o difícil o tardas en reponerte? ¿Cuándo se te
presenta un problema emocional o de otra índole, lo enfrentas con determinación
o te sientes tan apaleados que simplemente te rindes? Algunas personas se
recuperan rápido de la adversidad y otras se recuperan lento.
2. Perspectiva: ¿Dejas que los problemas
nublen tu perspectiva de la vida? ¿Mantienes un buen nivel de energía, aun
cuando las cosas no salen a tu manera? Algunas personas tienen una perspectiva
positiva de la vida y otras una negativa.
3. Intuición social: ¿Puedes interpretar
los gestos y tono de voz de las personas como si fueran un libro abierto? ¿Te
sorprendes o te sientes perdido al tratar de adivinar lo que les pasa internamente
a las personas que te rodean? Algunas personas son muy intuitivas socialmente y
otras se encuentran perplejas socialmente.
4. Autoconsciencia: ¿Estas pendiente de
tus propios sentimientos, pensamientos y mensajes que manda tu cuerpo? Algunas
personas tienen mucha consciencia corporal, mientras que para otras no hay
autoconsciencia.
5. Sensibilidad al contexto: ¿Te
sorprendes cuando te dicen que tu conducta es inapropiada? ¿Eres capaz de darte
cuenta de las reglas sociales convencionales, de manera que no le cuentas
chistes groseros a tu jefe? Algunas personas tienen mucha sensibilidad al
contexto y otras muy poca.
6. Atención: ¿Puedes mantener enfocada tu
atención en una tarea, sin que te distraigan otros estímulos? ¿Te enfocas de
tal manera en un video juego que no te das cuenta que el perro está chillando
para salir al jardín? En un extremo del espectro están las personas muy
focalizadas y en el otro las personas poco focalizadas.
Para terminar, el estilo
emocional es el resultado de los circuitos cerebrales establecidos por nuestros
genes heredados y por las experiencias que hemos tenido. Pero estos estilos no
son fijos. Pueden ser modificados por experiencias azarosas. También pueden
transformarse cultivando intencionalmente cualidades y hábitos mentales
específicos en cualquier momento de la vida.
Davidson, R. & Begley, S. (2012) The
emotional life of the brain: USA: Hudson Street Press
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