Por Ari Rajsbaum
Si leíste nuestra entrada anterior (El precio de no ser constantes) habrás leído que, cuando uno puede anticipar una recompensa, pero sin ser seguro que esta vendrá, nuestro cerebro genera mucha más dopamina y sentimos una emoción aun más placentera. Esto es lo que genera tanto entusiasmo antes de, por ejemplo, una competencia deportiva en donde no se sabe quién será el ganador. Paradójicamente, este mecanismo es el que genera también la motivación en los jugadores compulsivos, que creen que ahora sí van a ganar, pero nunca están seguros de ello.
Los trastornos en el circuito
de la dopamina son los que están en la base de todas las adicciones y, al
generar en nuestros hijos la incertidumbre acerca de la recompensa que tal vez
ganarán, en caso de insistir lo suficiente para romper una regla, estamos
generando en su mente una dinámica muy semejante a la que subyace a las
adicciones. Así que aquí tenemos una razón más para ser constantes en el
sostenimiento de las normas.
Me parecen notas muy interesantes y bien escritas. Felicidades y gracias por compartir.
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