Por Ari Rajsbaum
¿Piensas que los animales se
divierten? Si tienes mascotas seguramente responderás que sí. Responderás esto
porque habrás observado que los animales pasan una buena parte de su tiempo
jugando y que siempre están disponibles para
ello. ¿Qué perro se resiste a que le lancen un palo? ¿Qué gato se
resiste ante un hilo que serpentea frente a él?
Hoy se sabe que cuando los
animales juegan, los circuitos cerebrales que se activan en ellos son muy
semejantes a los que se activan en nuestro cerebro cuando jugamos y que
secretan los mismos neurotransmisores que cuando nosotros nos divertimos. Te recomendamos que mires el video que te
mostramos aquí, en el verás a Jaak Panksepp, un neuropsicólogo especializado en
el funcionamiento de las emociones. En este video puedes ver que, después de
que Panksepp, hace cosquillas a la rata, esta persigue su mano para jugar con
él.
Podríamos dedicar mucho tiempo a
hablar sobre el juego ya que es tan importante para el desarrollo del cerebro. Como
adelanto quisiera enunciar la siguiente idea:
Los mamíferos comienzan a jugar
únicamente cuando se sienten seguros. El juego se da solo cuando los
participantes perciben que no hay amenazas en el ambiente, cuando saben que las
otras personas (o animales) no tienen intenciones hostiles.
Es muy importante pensar en esto,
porque si nosotros generamos un ambiente de miedo en nuestra familia (o en
otros medios), los niños y los adultos no
se van a atrever a generar un verdadero ambiente de lúdico y, como
veremos en las próximas entradas, el juego es un verdadero nutriente para el
desarrollo de todo el sistema nervioso.
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