Por Ari Rajsbaum
Existe una gran cantidad de factores que influyen en el desarrollo de la personalidad. Pero investigadores de la universidad de Mc Gill hicieron una serie de descubrimientos que brindan algunas claves. Los investigadores se dieron cuenta de lo siguiente: aquellas ratas que eran lamidas (es decir, apapachadas) con frecuencia por sus madres, a lo largo de su primera semana de vida, tendían a ser ratas tranquilas y amigables para el resto de sus vidas. (Ver la entrada anterior llamada "Stevie the Rat Grooming Her Best Bud".)
Existe una gran cantidad de factores que influyen en el desarrollo de la personalidad. Pero investigadores de la universidad de Mc Gill hicieron una serie de descubrimientos que brindan algunas claves. Los investigadores se dieron cuenta de lo siguiente: aquellas ratas que eran lamidas (es decir, apapachadas) con frecuencia por sus madres, a lo largo de su primera semana de vida, tendían a ser ratas tranquilas y amigables para el resto de sus vidas. (Ver la entrada anterior llamada "Stevie the Rat Grooming Her Best Bud".)
Por el contrario, aquellas ratas que eran
lamidas con poca frecuencia, crecían siendo ratas nerviosas y agresivas. Pero
¿Cómo? Se preguntará usted ¿Cómo diablos cuidados corporales tan simples pueden
tener un efecto tan fuerte, para toda la vida?
La respuesta es un poco
complicada pero, a riesgo de simplificar demasiado las cosas, voy a tratar de
resumirla. Todos los mamíferos tenemos un sistema que nos prepara para
responder ante situaciones que amenazan nuestro equilibrio, este “circuito del
estrés” puede ser resumido de la siguiente manera:
1) Cuando
nuestro sistema nervioso percibe una situación amenazante, el cerebro envía una
orden a las glándulas suprarrenales (que están encima de los riñones) para que
secreten ciertas hormonas.
2) Estas
hormonas movilizan muchas partes de nuestro cuerpo: se acelera el corazón, nuestros
pulmones captan más aire y respiran más profundo, se nos “ponen los pelos de
punta” (en los vellos de la piel), la digestión y la respuesta inmune del
cuerpo se inhiben. Todo esto es lo que produce la sensación de “nervios”, miedo
y demás.
3) Estas
mismas hormonas son percibidas por una parte de nuestro cerebro que se llama
“hipocampo” (porque se supone que se parece a los caballitos de mar), el cual
dice “ya hay muchas hormonas de stress en la sangre, que se detenga la
respuesta y vuelva la calma” y el cerebro manda la orden de detener la
respuesta.
Ahora, como bien te habrás dado
cuenta, hay personas que viven la vida con cierta seguridad básica y otras que
viven con ansiedad, se asustan fácilmente o viven muchas situaciones como si
fueran amenazantes. Los investigadores de Mc Gill se dieron cuenta que las
ratas más lamidas activaban instrucciones genéticas que hacían que el hipocampo
se volviera más sensible a las hormonas del estrés, y que por lo tanto el
hipocampo diera la orden de calmar a sistema con niveles relativamente bajos de
estrés. En cambio, en las ratas poco lamidas este gen no se activaba, el
hipocampo permanecía poco sensible, por lo que solamente calmaba al sistema
cuando el estrés era muy elevado.
Las consecuencias de todo esto
son muy claras; para los niños pequeños es bueno el amor corporal, el cargarlos
y tranquilizarlos, siempre que esto se haga de forma respetuosa, siguiendo las
claves de aquello que al niño le resulta cómodo y agradable.
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