viernes, 18 de mayo de 2012

Las emociones y el cerebro

Pintura de Edward Munch

Por Irmgard Von Wobeser

Richard Davidson, el neurocientífico que estudió los cerebros de los monjes budistas, recientemente publicó un libro junto con Sharon Begley sobre las emociones y el cerebro. En el libro llamado The emotional life of the brain, los autores describen los estilos emocionales  que han detectado en los patrones de actividad cerebral de todas las personas estudiadas durante 30 años. Davidson responde en el libro a la siguiente pregunta “¿Por qué las personas difieren tan dramáticamente en sus respuestas emocionales a las subidas y bajadas de la vida?”
Hay sentimientos que duran unos cuantos  segundos y rápidamente dan paso a otros estados de consciencia. Cuando estos sentimientos perduran durante  minutos u horas podemos hablar de un estado de ánimo. Y cuando los sentimientos persisten durante años hablamos de rasgos emocionales. Un determinado rasgo emocional (enojo crónico) nos hace más propensos a experimentar un estado de ánimo particular (furia).
Davidson distingue los estilos emocionales de la anterior clasificación explicando que “… son una manera consistente de reaccionar a los eventos de la vida, que están gobernados por circuitos cerebrales específicos  e identificables y  que pueden ser medidos a través de métodos de laboratorio objetivos.” Estos estilos no son una simple ocurrencia del autor, sino que emergieron del estudio sistemático de las bases neurológicas de la emoción.
Las seis dimensiones  de los estilos emocionales identificadas por Davidson son las siguientes:
1.       Resiliencia: ¿Puedes reponerte rápido de una experiencia desagradable o difícil o tardas en reponerte? ¿Cuándo se te presenta un problema emocional o de otra índole, lo enfrentas con determinación o te sientes tan apaleados que simplemente te rindes? Algunas personas se recuperan rápido de la adversidad y otras se recuperan lento.
2.       Perspectiva: ¿Dejas que los problemas nublen tu perspectiva de la vida? ¿Mantienes un buen nivel de energía, aun cuando las cosas no salen a tu manera? Algunas personas tienen una perspectiva positiva de la vida y otras una negativa.
3.       Intuición social: ¿Puedes interpretar los gestos y tono de voz de las personas como si fueran un libro abierto? ¿Te sorprendes o te sientes perdido al tratar de adivinar lo que les pasa internamente a las personas que te rodean? Algunas personas son muy intuitivas socialmente y otras se encuentran perplejas socialmente.
4.       Autoconsciencia: ¿Estas pendiente de tus propios sentimientos, pensamientos y mensajes que manda tu cuerpo? Algunas personas tienen mucha consciencia corporal, mientras que para otras no hay autoconsciencia.
5.         Sensibilidad al contexto: ¿Te sorprendes cuando te dicen que tu conducta es inapropiada? ¿Eres capaz de darte cuenta de las reglas sociales convencionales, de manera que no le cuentas chistes groseros a tu jefe? Algunas personas tienen mucha sensibilidad al contexto y otras muy poca.
6.      Atención: ¿Puedes mantener enfocada tu atención en una tarea, sin que te distraigan otros estímulos? ¿Te enfocas de tal manera en un video juego que no te das cuenta que el perro está chillando para salir al jardín? En un extremo del espectro están las personas muy focalizadas y en el otro las personas poco focalizadas.
Para terminar, el estilo emocional es el resultado de los circuitos cerebrales establecidos por nuestros genes heredados y por las experiencias que hemos tenido. Pero estos estilos no son fijos. Pueden ser modificados por experiencias azarosas. También pueden transformarse cultivando intencionalmente cualidades y hábitos mentales específicos en cualquier momento de la vida.
Davidson, R. & Begley, S. (2012) The emotional life of the brain: USA: Hudson Street Press

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